EMBAUCADORBASTER – Generación 74 C.R.

diciembre 9, 2009

VIAJE A MADRID (Rafa C.)

Filed under: recuerdos del pasado — embaucadorbaster @ 5:12 pm

Viendo un reportaje hace poco en la tele me acordé de otro de esos momentos que caben en la sección de recuerdos.

El viaje a Madrid de intercambio con el colegio de disminuidos psíquicos “Princesa Sofía”.

Íbamos a séptimo con que debía ser el año 87 mas o menos y al colegio le salió la oportunidad de hacer esta especie de experiencia piloto donde una quincena de alumnos harían intercambio con unos chicos de ese colegio y otra quincena aproximadamente nos alojaríamos en el centro en cuestión.

Allí que nos fuimos en tren hacia la capital, acompañados de Juanjo y del fallecido Padre Lucio, ese señor  que nos daba “pretecnología” y Religión y que tenía bastante mala leche, pero al que recuerdo con bastante cariño, porque la verdad es que no era mal hombre.

Al principio la sensación nos impacto porque la verdad es que alguno tenía los rasgos de su enfermedad bastante marcados y al fin y al cabo éramos unos criajos, pero pronto esa sensación de sorpresa se esfumo.

Nos trataron increíblemente bien, tanto los propios alumnos como sus profesores y padres se volcaron en darnos cariño y todo lo que estaba en su mano para que fueran unos días maravillosos.

Aunque solo 15 ó 20 alumnos de ellos estaban en el programa de intercambio, el colegio entero se desvivió por atendernos.

Nos llevaron al Escorial, Segovia, VALLE DE LOS CAIDOS (está en mayúsculas en homenaje a J.Carlos y Alberto B.), Museo del Prado y otro montón de lugares, comiendo en restaurantes como el famoso Casa Cándido de Segovia, todo por la patilla.

Recuerdo una cena medieval que nos prepararon en el propio centro, con trajes de época para cada uno y utensilios para comer hechos con sus propias manos, con verbena incluida después de la cena.

Para los que nos quedamos en el colegio a dormir, las mañanas el Padre Lucio las hacía especiales con ese despertar con cantos gregorianos a toda pastilla por la megafonía, cuando nos quejamos de su gusto musical al día siguiente nos despertó con el “Hoy no me puedo levantar” de Mecano, humor que tenía el cura.

Las educadoras eran estupendas, se portaron como madres con nosotros, lastima no acordarme de los nombres.

En resumen, fueron unos días que no olvidaré y que realmente pienso que fueron educativos, pues siendo unos chavalillos, comprendimos que había gente diferente a nosotros pero que al final no se sabe quienes son los “normales” si nosotros, o ellos y sus familias que vivían su situación con incluso alegría y naturalidad.

Nunca me he caracterizado por ser muy sensible, mas bien lo contrario, pero ese viaje hizo que nunca utilice la palabra “subnormal” como un insulto, y que siempre que vea un niño con ese mal, no lo compadezca, pues tiene muchas posibilidades de ser feliz, porque aquellos chicos de Madrid, yo estoy seguro de que lo eran.

Un fuerte abrazo.

 P.D. Luego ellos vinieron aquí unos días, no estaría mal que alguno relatara esos días.

noviembre 18, 2009

Sección Recuerdos: La tortilla de los 49 huevos‏. (Rafa C)

Filed under: recuerdos del pasado — embaucadorbaster @ 8:22 am

En un principio la tortilla se pensó para que fuera de 50 huevos pero al final se hizo de 49, el que quiera explicaciones que se las pida a Carlos C., si el no se acuerda, ya contaré yo los avatares que llevaron a reducir la tortilla.

Corría el año 1990 sería sobre mayo aproximadamente aunque no lo recuerdo con precisión.

Dentro de la semana cultural organizada por la A.P.A del colegio se incluyo un concurso de tortillas de patata.

Podía haber sido pasado por alto como tantas otras cosas pero alguna mente perversa del grupo de embaucadores que subíamos al colegio en la ruta del autobús escolar que paraba en el barrio La Jota, planteó la posibilidad de participar, pero no como todos los demás, si lo hacíamos tenía que ser con algo grande, y que mas grande que hacer una tortilla de mas de 4 docenas de huevos y 10 kilos de patatas.

Solicitados los permisos correspondientes al profesorado y tutores, se nos excluyo del concurso porque no entrábamos dentro de las bases del mismo, pero aun así continuamos con el proceso.

Creo recordar que se recaudaron 200 pesetas por alumno participante, prácticamente todos y el día anterior fuimos a comprar a un almacén que había en el barrio, creo que de Galerías Primero y allí adquirimos las provisiones necesarias.

Al día siguiente en el autobús subieron 50 huevos y bajaron 49 pero la hicimos.

Se hizo en una perola de esas de hacer rancho, y no recuerdo muy bien como le pudimos dar la vuelta a la tortilla de marras, pero lo hicimos.

Estéticamente, tenía forma de tortilla, pero de sabor……

No creo que nadie la probara, aun recuerdo al padre Valentín que casi le dieron arcadas cuando se la enseñamos.

Nos comimos unos chorizos y demás que habíamos comprado también, incluso le pusimos una bandera con una E y dimos una vuelta de honor a la pista corriendo con la tortilla.

Han aparecido una fotos que intento mandar para que sean colocadas y podáis recordar ese día, las pongo a pesar de mis pelos, manda cojones.

Casi 20 años han pasado, parece mentira……

Un Saludo y un fuerte abrazo

marzo 30, 2009

Anécdota de chiquillos‏ (Francisco Javier A.)

Filed under: recuerdos del pasado — embaucadorbaster @ 9:40 am

Os iba a contar un rollo de estos míos, pero es ya la 1:30 pasadas, así que os cuento una anécdota cortita que le ha ocurrido a mi mujer esta mañana (domingo). Estaba élla en el kiosko intentando comprar el Heraldo de Aragón y se le han colado tres críos de menos de 10 años (dos niños y una niña), completamente emocionados; uno de éllos estaba emocionado con unos muñequitos coleccionables de Messi o algo así, y acosaba sin piedad a messila dependienta haciéndole preguntas: que si llevan porterías, que si tal, que si cual. A mi mujer, que le encantan los críos, no le ha importado y ha observado con curiosidad la escena. El niño ha insistido en comprar todos los muñequitos de la colección, muy emocionado y como si le fuera la vida en éllo; los tres llevaban un helado gigantesco de triple bola y una enorme cara de felicidad. Ante la extrañeza que han levantado, el chico «del Messi» ha explicado el misterio: se habían encontrado un billete de 50 aurelios y se lo estaban fumando sin piedad; la niña, que era la mayor, hacía de administradora de bienes, y aunque los otros dos parecían querer guardar algo de su inmerecida recompensa, el otro niño, el más pequeño, insistía en malfurriar su pequeña fortuna en unos muñecos que, quizás prohibitivos para los padres, habían permanecido inalcanzables hasta hoy para él. Cuando me ha contado la anécdota me ha hecho mucha gracia; nunca sabes cuánto le hacían falta esos 50 euros al que los haya perdido, pero sospecho que los más necesitados se manejan con billetes de 5, 10 y euros20 a lo sumo, y que el que los haya perdido no lo recordará (quizás) dentro de unos cuantos años, tal vez meses, pero esos tres niños jamás olvidarán, en su vida esta mañana de domingo. Ya no me acuerdo de cuándo fue la última vez que perdí dinero por la calle, pero sí que es la primera vez que pienso que a lo mejor se lo encontró un grupo de niños, cosa que me alegraría mogollón. Veréis, para unos niños de esa edad 50 euros deben ser el equivalente a 3.000 euros de los nuestros, solo que si nosotros, seres responsables, encontrásemos (y decidiésemos hacer acopio de) ese dinero, seguro que lo emplearíamos en cubrir nuestras carencias más urgentes, y el resto lo ahorraríamos para menesteres ulteriores; los niños, no; los niños lo disfrutan todo. Doy por hecho que luego lo cascarán en casa (de alguna forma habrá que justificar la colección de Messis que te has traído a casa), y quizás los castiguen por quemar todo el dinero, o por no comerse la comida después del empaste triple de helados que se han fumado, pero apuesto a que les dará igual. Al final mi mujer y yo hemos coincidido en que todos los niños alguna vez en su vida, se merecerían encontrarse una «pequeña fortuna» que dilapidar en un día, como si el ratoncito Pérez existiera.

Después la conversación ha derivado en cosas prohibitivas que élla y yo teníamos de pequeños, y nos hemos acordado de aquellos pequeños manjares de Domingo de Ramos; estoy hablando de esos dulces que se colgaban en el ramo aquel, que solo los encontrabas en tiendas por esas fechas del año, como el turrón en Navidad, y que además tenían un precio súper prohibitivo, como el turrón de Navidad. Al menos así lo recordamos Susana y yo. ¿Os acordáis esos paraguas de chocolate?. Era el día pues de la venganza para los padres. Te compraban solo cinco o seis, los colgaban en el ramo, te prohibían si quiera olerlos antes de terminar la comida (que palmatenías que comerte entera, te gustara o no; ese día aprovechaban para hacerme pescado; y de postre fruta, de la de pelar a cuchillo, nada de plátanos), y tenías que tragarte la jodida misa y sin rechistar; además siempre había algún hijoputa (que además solía ser el/la más moñas) al que le dejaban catar los dulces durante la misa, y parecía que te los pasaba por los morros; aquel día era el más agridulce del año: era escaso premio aquel manjar para todas las lecciones que, en un curso acelerado, nos obligaban a tomar nuestros padres: austeridad en los lujos, paciencia, disciplina, bendición y aprecio de los alimentos que vamos a tomar, y por supuesto autocontrol. Mucho autocontrol. Para comerte cinco o seis, que a veces compartías con algún familiar que te pedía un bocado (esa era la lección del apéndice… ¡cuidado!, ¡un fallo aquí te podía costar el resto de los dulces!), y que te hacían llorar con desconsuelo cuando tu dulce favorito se partía indebidamente al morderlo y acababa en el suelo. Siempre me faltó valor (aunque lo planificaba cada Domingo de Ramos para el siguiente) para plantarme un día ante mis familiares y soltarles aquello de: «¿por seis dulces?, ¿por seis putos dulces?; ¡por seis gominolas de mierda se va a portar bien y a comerse todo el pescado Jesucristo!; el ramico os lo podéis ir metiendo por el culo; ¡ah!, y se me olvidaba: ¡a misa de doce va a ir vuestra puta madre!». A toro pasado creo que muchas veces me hubieran salido más baratas esas cuatro hostias que me hubiera ganado que los seis dulces que tanto sobrevaloraba. Por eso mi mujer y yo hemos decidido para el próximo Domingo de Ramos nos vamos a comprar 50 euros de paraguas de chocolate y nos los vamos a zampar antes de la comida mientras los saboreamos al ritmo de «¡me cagüen el Pentateuco, qué buenos están!». De hecho es posible que no comamos otra cosa, y que me acabe limpiando el culo con el ramo de Pascua. Por cierto, ¿algún católico sabe cuándo cae Domingo de Ramos?. El síndrome de abstinencia que me provocaron aquellos dulces me advierte de que toca ya muy pronto.

marzo 10, 2009

INVITACION (Jacob G.)

Filed under: fotos,recuerdos del pasado — embaucadorbaster @ 9:01 am

Hola a todos:

Hace unos días comenté que tenía algun documentos guardados, muy bien guardados y que me han costado encontrarlos, por desclasificar.
Muy bien, este primer ejemplo va dedicado a los que en la EGB ibamos a la clase B a ver si se anima más gente a entrar y presentarse en el blog,
de momento veo que va muy bien la cosa.

(nota administración: acceder a  «fotos embaucadoras» para ver el documento gráfico aportado por Jacob)

Por ahora creo sólo encontrar, si mal no me equivoco, o si me he dejado algún post sin leer, a Gemma.
Muchos saludos de mi parte, no se si te acordarás de mí.

Veis que esta orla no es la típica foto de grupo pero también las guardo con mucho cariño y espero que os guste a todos.
Se que tenía una dibujada con las caricaturas de varios de nosotros pero nunca llegué a terminarla, y esa si que, con mucha pena, la he dado por desaparecida.

Y hablando de dibujos, ya sabréis de mí que tengo más facilidad para las imágenes que para las palabras…cartel_ex
de este modo os quiero anunciar e invitar a todos que este miércoles 11 de Marzo inauguro una exposición de pintura en el espacio ADOLFO DOMINGUEZ,
es a las 7.30h de la tarde en el sótano de la tienda de A.D. que hay en Puerta Cinegia en la plaza de España, estará hasta el 1 de Abril.

A lo que os perdáis algún día por ahí (ya se que las rebajas se han acabado) espero que os guste.

Jacob G.

marzo 5, 2009

ITALIA. QUE BONITO. Juan Carlos A.

Filed under: fotos,recuerdos del pasado — embaucadorbaster @ 8:23 pm

Bueno amigos, he decidido buscar algunas foticos relacionadas con cierto viaje a Italia, para ver si se anima el asunto un poco. Al verlas he recordado el motivo por el que salieron tan mal, y es que llevé una cámara que tenía un flash que no se podía conectar, vamos, que no tenía nada que ver con la cámara, y tenía que hacer las fotos dándole a dos botones a la vez, y por otra parte, no rebobinabavenecia los carretes y recuerdo que lo tenía que hacer manualmente, en alguna ocasión, buscando oscuridad debajo de la cazadora en el autobús. De todos modos, he seleccionado las más decentes. Lo siento.

            Debo destacar alguna de ellas, en concreto, las dos fotos de las habitaciones de los hoteles, en una de ellas se nota el relax y tranquilidad, pero en la otra, en la que José A. Be. lleva una bolsa de patatillas, ya no es lo mismo, esta fotillo se tomó justo en el momento en el que un empleado del hotel nos dice que a la próxima que tenga que subir a la habitación nos manda a romanotodos a la puta calle, justo es el momento en que cierra la puerta. Por eso las caras de acojone son evidentes, me pareció una escena curiosa, y para eso me llevé la cámara, para estas ocasiones.

            La otra que tiene miga, es la de Rafa C., en la que nos demuestra que el guaperas del pedestal no tiene cosquillas en sus petrificadas pelotas.

 

            De aquel viaje recuerdo que lo mejor eran los hoteles. Habrá quien tenga mejor memoria que yo, y pueda contar algunos detalles más, pero en uno de ellos nos dejaron solos porque lo ocupábamos entero, y montamos una de impresión. Recuerdo que cuando decidí que me iba a dormir definitivamente, romadespués de disfrutar de las diversas fiestas montadas en las distintas habitaciones, me encontré a alguien durmiendo en mi cama, con una moña del copón. Finalmente, no sé como, amanecimos tres metidos en una cama de matrimonio en una habitación que no era la nuestra, seguro que juntos pero no revueltos.

            En el último hotel que estuvimos, se corrió el rumor de la existencia de una serie de mafiosos italianos en el hall, que llevaban fundas de violín, y que se sospechaba que dentro había metralletas y navajas varias. No sé cómo, pero aquello se lo tragó todo el mundo, y hubo gente llorando de miedo por los rincones, reuniones de un montón de gente en una sola habitación para pasar el acojone juntos, etc., etc.. Y el remate para que la historia se la creyeran aquellos más reticentes fue que como los Italianos son unos pelmazos con las tías, sobre la 2 o las 3 de la mañana, aparecen un grupo de bambinos tirando piedrecillas en las ventanas para que se asomaran las bambinas españolas, y entonces………….. ya está, están aquí, empieza la sangría, los mafiosos iban a empezar a disparar desde abajo, con una inteligente estrategia para que no pizzatuviéramos salida, todos muertos. Mamá, quién me iba a decir que moriría lejos de ti. En ese momento algunos se cagaron por las patas definitivamente.

             Bueno, ala, os dejo las foticos, y perdón por la mala calidad de algunas. Saludos a todos.

             PD: Rafa C., en muchas fotos apareces con una cámara, tú debes tener algunas más de ese viaje. Por cierto, el paquetico de tabaco que hay en la habitación es tuyo seguro, tabaco de importación, como un marqués, seguro que era la época de la pinzica para billetes adquirida sin miramientos en la calle Azoque, cabroncete. Un abrazo.

Administrador: He colgado las fotos junto a las otras que ya teníamos. Ya sabeis,  a la derecha,  click en «fotos embaucadoras» y ya está. A disfrutarlas.

febrero 25, 2009

LA GENERACION DEL EGB (Sandra A.)

Filed under: recuerdos del pasado — embaucadorbaster @ 10:35 am

Porque en este país hay una generación de chicos y chicas que crecimos con la EGB.

Nuestras madres quitaban el polvo con Centella’, lavaban la vajilla con un bote blanco con el tapón naranja de ‘Mistol’, al Jabón de Marsella’ le llamaban ‘Lagarto’.

Nuestros padres conducían un Seat 131 supermirafiori’.

Nuestras bicis eran ‘BH’ y nuestras primeras zapatillas de deporte fueron unas ‘Paredes’, aunque a nuestras madres les gustaran más los Kickers’.

Nos cortaban el pelo ‘a navaja’. Todos veíamos sólo TVE, aunque podíamos elegir entre el UHF y el VHF.

Todos bebíamos gaseosa ‘La Casera’ o ‘La Pitusa’. pitusa

Los hombres fumaban ‘Ducados’.

Los chicles eran ‘Cheiw’ y los caramelos ‘PEZ’.

La gente dormía de miedo en los nuevos colchones ‘Pikolín’ y el Athletic de Bilbao y la Real ganaban las Ligas por pares hasta que a Butragueño le dio por enseñar los huevos. butragueno

A Sabrina se le escapó una teta en la Gala de Nochevieja y en todo el país no se habló de otra cosa hasta el mes de marzo.

A Alaska le dejaban presentar un programa para crios en la tele ‘LA BOLA DE CRISTAL’ con la bruja Avería y Pancho el de ‘Verano Azul’ todavía no se metía picos.

Una Señora le contaba a ‘Encarna de Noche’ que se le quemaba el hijo en Móstoles porque tenía las empanadillas haciendo la mili.

Una caja de 12 ‘Plastidecores’ era un buen regalo de cumpleaños y por uno ‘color carne’ eras capaz de matar. Las cajas de 24 eran como Bin Laden, existían, pero nadie las había visto.

sabrinaUna bolsa de pipas ‘Don Sanchez’ de 15 pelas era enorme y por una peseta te daban dos ‘Sugus’.

Repartían Albumes a las salidas de los colegios para engancharte a la colección.

Los sobres de cromos costaban 5 pelas, pero también te los daban con las tapas de los Yogures ‘Yoplait’.

En aquel país de menos de 5000 dólares de renta per cápita, nos daban dos ‘Petisuis’, pero es que antes eran la mitad de tamaño.

Las ‘María’ eran ‘Fontaneda’, los camiones ‘Ebro’ y las furgonetas ‘DKV’.

El camión del butano tocaba la bocina y los crios nos hacíamos brechas en los hierros oxidados de los columpios y nuestras madres nos daban algún cachete por romper los pantalones.

Nosotros llevábamos petachos en los codos de los jersey.

En vez de un Magnum Almendrado, pedías un ‘polo de limón’ y a veces, el yoplaitchocolate era ‘La Campana de Elgorriaga’. (Malo, malo,malo).

Las pilas ‘Tximist’ solían romperse cuando se agotaban en nuestros casettes ‘mono’ y los tebeos de ‘Mortadelo’ y ‘Esther’ pasaban de mano en mano.

Hubo muchas niñas cuya primera colonia fue ‘Chispas’. Y no había cartones de leche en tetra brik, sino que la leche venía en bolsas de plástico que necesitaban un recipiente para meterse en la nevera, y el detergente venía en tubos redondos.

Y en vez de grabadoras de DVD y CD-ROM, te ibas a casa de tu colega con radiocasette de doble pletina a llenar una TDK de 90 minutos de juegos para spectrum 48k o el amstrad.

Y con la teleindiscreta regalaban pegatinas de UVEEEEEEEEEEE!!!!

Aquella generación coleccionábamos cochecitos ‘Güisbal’, el helicóptero de ‘Tulipán’ aterrizaba en las piscinas para regalar bocadillos en los anuncios de la tele.

Aquella generación empleábamos el vaso de ‘Nocilla’ para dibujar a naranjitoNaranjito. Así que la Nocilla, ni mentarla. Además, es ‘leche, cacao, avellanas y azúcar’.

A saber que le echarán a la Nutella esa.

VIVIR EN EL 2008 IMPLICA QUE…

1 Accidentalmente tecleas tu password en el microondas.

2. No has jugado solitarios con cartas verdaderas en años.

3. Tienes una lista de 15 números telefónicos para ubicar a tu familia de sólo 3 miembros.

ordenador4. Le envías un e-mail a la persona que se sienta junto a ti.

5. La razón que tienes para no estar en contacto con tu familia es por que no tienen correo electrónico.

6. Te vas a casa después de un largo día de trabajo y cuando suena el timbre de tu teléfono fijo, te preguntas que te querrán vender, porque ninguno de tus amigos lo usa ya (eso si es que tienes teléfono fijo).

7. Cuando haces llamadas telefónicas desde tu casa, marcas el ‘0’ para que te de línea.

8. Has estado sentado en el mismo escritorio cuatro años y has trabajado para 3 empresas distintas. O bien has estado en edificios de 4 compañías diferentes y tú siempre trabajabas para la misma.

10 Tu jefe no tiene la habilidad para hacer tu trabajo.

11. Cuando llegas a casa de alguien no le llamas al telefonillo, sino que le haces una llamada perdida para que baje

12. No tienes suficientes enchufes en casa para todos tus aparatos electrónicos. Si pones a cargar el móvil tienes que quita el cargador de pilas, el MP3 o la Palm.

13. Salir de tu casa sin móvil, el cual no has tenido los primeros 20, 30 o hasta 60 años de tu vida, te hace entrar en pánico y regresas a por él.

14. Te levantas por la mañana y te conectas a Internet a leer el periódico.es <<http>> o tu correo antes de tomar tu café.

15. Ntnds msjs cm st.

16. Estás mirando alrededor para asegurarte de que nadie te ve que estas sonriendo enfrente de tu PC.

17. Estás leyendo esto y te estas riendo.

18. Peor que eso, ya sabes perfectamente a quien le vas a enviar este correo.

19. Estás tan distraído leyendo que no te fijaste que faltó el número 9 en esta lista. ipod

20. Y ahora acabas de comprobar que efectivamente no está el número 9.

21. Y ahora te estas riendo de ti mismo, de tu propia caricatura

22. inmediatamente te pones a enviar este e-mail aunque sea al de al lado.

ASÍ ES LA VIDA.
PD: y no digas que no.

febrero 17, 2009

RECUERDOS DEL PASADO (I). EL RADIADOR DE VALENTÍN (Francisco J. A.)

Filed under: recuerdos del pasado — embaucadorbaster @ 8:58 am

Las personas que me conocen dicen que no lo aparento, pero las que sí que me conocen saben que soy un buen chaval con alma punk, y es por eso que los mejores recuerdos del colegio me los evocan gamberradas varias; hoy empezaremos con una suave. Es una anécdota que hace mucha más gracia vivirla que contarla, por lo que pido disculpas si no os gusta.

Valentín era nuestro profesor de Literatura, tan avanzado en edad como maniático de las manías. Extremada e inadecuadamente feminista, con una mente tan calenturienta como los demás curas, con trastornos maniático-compulsivos (dicen las malas lenguas que se depilaba la parte extrema de los dedos, para coger la comida sin ascos), y para mi gusto demasiado de derechas en las formas. A pesar de todo, cada uno es como es, y posiblemente Valentín fuera uno de los pocos curas del colegio que no
tenía el corazón tan negro como los pulmones de Rafa C.

También se trata del hombre que estuvo a punto de matarme de no-risa. Había oído de gente que se había muerto de risa, pero de aguantársela … Pues me hubiera jodido oyes.

El caso es que en una ocasión tuve la ocasión de devolvérselas todas juntas. Os meto en harina.

En 3º BUP nos dejaban elegir entre ramas optativas; la elección era pequeña, pero se podía elegir entre asignaturas que no recuerdo, y que casi seguro eran Física-Química o bien Literatura. En ese curso nosotros ocupábamos un aula, y la contigua era empleada por los de 3º B solo para las clases de Literatura con el susodicho Valentín. Además de Valentín, los
protagonistas de la historia somos Alberto B., Miguel Ángel Cas, y un servidor.

Resulta que en aquella época nos juntábamos con Sergio V., de 3º B, porque también era del barrio. Ahora no sé si se llamaba Sergio, así que os aclaro que el apellido empieza por «Villu», y acaba por «endas», de eso sí que estoy seguro, aunque no daré más pistas. Comentando las virtudes y los defectos de nuestros profesores, llegó el turno de «pelar» a Valentín.

Recordábamos lo tiquis-miquis que era, y entonces Sergio V. soltó: «Sí. Como lo pesado que se pone con el puto radiador».

¿Qué radiador?, pregunte yo. Y entonces nos explicó que el radiador que interconectaba ambas clases hacía un ruido enorme en el aula de Valentín cada vez que alguno de nosotros se apoyaba o tocaba el radiador, aunque en nuestra clase no percibíamos nada. Nos aseguró que el ruido llegaba a ser realmente molesto. Si me comentó esto un viernes por la tarde, me radiodorpegué todo el fin de semana esperando ansiosamente la llegada del lunes.

El lunes a última hora, por fin, entraban los de letras de 3º B a la clase contigua. Ahora se las iba a devolver todas, ahora. Como cantaba Tijuana in Blue en «Urroztarra»: «El partido comenzó, la afición en posición…»

Con la risa nerviosa de haber aplazado mi dulce venganza durante tres días comencé a golpear con suavidad el radiador, disfrutando del momento. Cada poco, como el buen vino. Como en el ambiente de una larga velada, me fui desmadrando y poco a poco los golpes eran más fuertes. Cada minuto que pasaba me acordaba de la mala hostia que se le tenía que estar poniendo al oír el ruido molesto del radiador (que yo en ese momento, solo alcanzaba a imaginar), y de la murga que había tenido que soportarle yo a él durante dos años. Él seguía sin pasar a quejarse a clase, así que yo cada vez pegaba más fuerte; en medio de la clase, Alberto B. y yo teníamos montada nuestra fiesta particular. Los golpes al radiador iban «en crescendo» en
sintonía con mi ácida risa; si cuando Roberto A. se apoyaba en el radiador, a Valentín le chirriaban los dientes, con las hostias que le estaba metiendo yo tenía que estar cagándose en la pluma de Garcilaso. Finalmente, tras media hora de «calentamiento» decidí acabar la sinfonía con un excelso «do de pecho»; me volví excitado sobre mi silla hacia el radiador, y con los dos pies comencé a patearlo con entusiasmo … ¡Alerta roja!, casi reviento el radiador y entonces me ví el puro encima. El radiador retumbaba ya violentamente ¡en nuestro propio aula!; Sandra A. y Jorge A. (los primeros de la fila) se volvían preocupados hacia atrás al ver el radiador vibrando a punto de salirse de su retención; entonces me dio miedo haberlo jodido, pero no podía aguantar la risa de saber cómo tendría que ser el ruido en la otra clase si en la nuestra ya era escandaloso.

A los pocos segundos, conmigo muerto de risa en la mesa, venía lo bueno. Toc toc toc!, Pom pom pom pom!. «Ya están aquíiiiii» que diría Caroline en Poltergheist. El señor Valentín llamaba apresuradamente a clase, abría impaciente la puerta y preguntaba (formalmente) con un nervioso «¿se risapuedeeeeee?». Comenzó a preguntar qué quién le estaba cascando al radiador; yo torcido de risa no estaba en posición de responder, ni ganas tenía. Insistió, pero yo callao como un putas. Y con el dulce sabor de la venganza en la boca.

«¿Quién ha sido?. ¿No habrá sido usted, C.?», dijo Valentín, refiriéndose a Miguel Ángel C. Para mearse. Que si había sido el bueno de Miguel Ángel C., que estaba ¡en la tercera columna, y a tres metros del radiador!. Aquello fue el colmo.

Alberto B. y yo rompimos a reír, mientras M.A.C. defendía su (obvia) inocencia, corroborada inmediatamente por mí. Dirigiéndome a Valentín me autoinculpé y le expliqué que «me había apoyado un poco en el radiador, y que quizás el ruido sería por eso …»; aún me estaba riendo del incidente, y no podía contenerme ya la risa. Si se creía que solo me había apoyado en el radiador provocando ese infernal ruido era para mearse, pero lo de echarle las culpas al pobre M.A.C. era ya absolutamente paranormal.

«¿Así que se ha apoyado en el radiador, eh, A.?». – «Sí, así es», le respondí yo. De repente mira de reojo de nuevo a Miguel Ángel C. y le insiste: «Porque … ¿no habrá sido usted, C.?». ¡Aquello fue la bomba!, ¡qué concepto tenía que tener Valentín del pobre M.A.C. para pensar que había sido él, cuando yo estaba autoinculpándome, y era absolutamente imposible que el susodicho llegase al radiador, insisto, desde la TERCERA COLUMNA!. Alberto B. y yo estábamos que no nos teníamos.

 Alternando algunas sílabas que acertaba a pronunciar, con multitud jajajás, me volví a hacer entender, explicándole a Valentín, que «había sido un accidente». El radiador aún estaba temblando …

Lo que vino después, fue, sencillamente, subrealista:

«Verá, A. Yo no quiero que piense que paso a quejarme por cualquier motivo, ni que le tengo manía. Es que verá, cada vez que ustedes se apoyan en el radiador, se oye mucho ruido en mi aula, y se me hace muy difícil continuar con la clase. Para que vea que no estoy exagerando, ¡venga, venga!, ¡pase a este aula, A.!»

» No padre, por favor. No será necesario. Si usted me dice que hace ruido, yo me lo creo, en serio. ¿Por qué no lo iba a creer?». Lo que me faltaba. Que me hiciera pasar a oír el ruido de marras a la otra clase. No estaba seguro de lograrlo sin mearme en los pantalones, pero …

«¡No, no, nooo!. ¡Insisto, A.!. ¡Venga, veeeeeeeenga!, pase por favor, pase, ¡verá qué ruido hace el radiador, verá!»

«Pero si yo no …, »

«¡Paaaaaaase, paseeeeeeee, venga para acáaaaa!», esto con gestos elocuentes de que efectivamente, tenía que acercarme a comprobarlo.

Dios mío, conseguí arrastrarme pretando el morro y aguantando la respiración hasta la puerta, a la que me agarré para no caerme de la risa. Torcido, como estaba, con la cabeza metida en el otro aula para que Valentín no me viera reírme, me encuentro a todos los de letras de 3ºB, incluido Sergio V., con las manos sobre la mesa, absolutamente serios, mirándome fijamente. Y yo meándome de la risa como en el tablao de un teatro, con todos los «espectadores» mirándome muy serios mientras yo me partía la caja. «Estos tíos deben estar pensando que soy tonto, de qué se reirá este gilipollas …» y aún me entraba más la risa, cuanto más miraba a los alumnos de «bé»

En ese momento, Valentín le dice a Alberto B. (que aguantaba las risas como podía) que le empiece a pegar al radiador. Yo me preparo para lo peor. Alberto B. le da dos o tres golpes tímidos, muy flojos. Pero en la otra clase el radiador suena así:

BARRRRRRRRRRUUUUUUUUUUUUUUUUUUUMMMMMBLARUMBLARUMBLAARUMBLAAAAAAAAAAAA

La verdad es que no esperaba que se produjera una explosión nuclear dentro del radiador, así que rompí a reírme otra vez, a mandíbula batiente, con la cara completamente roja, agarrándome a medio cuerpo, colgando de la puerta, con los de la otra clase imperturbables como marcianos, que seguían sin comprender qué me hacía tanta gracia. Me cabía un pan por la boca; con dolor de tripas, y conteniéndome como pude, acerté a levantar la cabeza y suplicar a Valentín: «Padre, ya está, ya lo he comprobado. Es cierto que hace mucho ruido, tenía usted razón. Pero por favor … no siga».

«No no, noooooooo, A. Espere que no ha visto nada. ¡Alberto B., déle sin miedo, déle, ya verá!»

El pobre Alberto B. no se tenía en pie tampoco, y empieza a golpear más fuerte el radiador. En la otra clase continúa el espectáculo: BABABABABABAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUMMMMMMMBLAAAAAAAAAA…. El ruido es más fuerte que la anterior vez, y yo me derrumbo sobre la puerta, y cuando apenas puedo contener las carcajadas, ya por mi boca solo acierto a soltar entre sollozos, súplicas a Valentín: «Poooor favoorrr…., por favoooor, vale yaaaaa….»

Me sostengo inclinado sobre la puerta que separa ambas clases, mientras el alumnado de B continúa observándome impertérrito, observando cómo me retuerzo con la cara roja, entre muecas de risa y dolor de estómago, con la misma cara de «definitivamente, este tío es gilipollas». Se comportaban como si de verdad les importara la clase que estaban dando, y que
el inoportuno radiador había interrumpido.

Cuando creo que la pesadilla ha acabado, veo a Valentín excitado acercándose a Alberto B. gritando «¡Pero déle, hombre, déle fuerte, déle, déleeeeee!» mientras Valentín comienza a aporrear salvajemente el radiador. Aquello era completamente surrealista; la otra clase parecía que se iba a caer. Mis golpes que habían sido aún mucho más fuertes; la imagen de Valentín aporreando el radiador; las sospechas que inexplicablemente había levantado el bueno de M.A.C., y las caras de huevo de los de 3º B mirándome como en el juicio de Nürnberg, pudieron conmigo.

Estuve riéndome toda la tarde, creo que hasta ahora.

Desde ese día hasta que acabó el curso (lamentablemente quedaba poco ya) cada vez que daban Literatura en la otra clase, les obsequiaba con mis golpes; muchos, para ser molestos, pero no tantos como para que Valentín pasara de nuevo a quejarse.

Cada vez que me venía a la mente Valentín diciendo:

«¡separen las mesas un palmo!», ¿quieres un palmo?, ¡pues toma palmo! ZACAAAA, hostión al radiador.
«¡abran las ventanas!, ¡pero solo dos dedos!», ¿solo dos dedos?, ¡aquí los tienes!, ZACAAAAAAAAA, hostia al radiador…
«¡inclinen las persianas 45 grados!», ¿45 grados?, ¡toma, aquí están los 45 grados!, ZACA, hoooostia al radiador
«¡las manos sobre el pupitre!, ¡no se apoyen la cara!», pues nada hombre, las manos sobre el pupitre, haaaaala, hostia al radiador.

Y por supuesto, cada vez que esa absurda y trasnochada feminista de Emilia C. me ponía malfollao en clase de Química/Física, hostión al radiador.

Y hasta aquí hemos llegado. Los próximos episodios serán sin duda más entretenidos; o en su defecto más cortos:

EPISODIO 2 – Ailof júligan. ¿Nadie va a hablar del pasaclases?
EPISODIO 3 – Luis Domeño en la pista de atletismo. Cosas que no sabéis (J.J. in memoriam)

Os invito a participar con los vuestros. ¿Os animáis?

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